Deseos
Me gustaría
compartir con vosotros el extracto del prólogo de Ginebra, de Rosa
Regàs que al final encontrareis.
Este post lo publiqué hace 3 o 4 años por primera vez,
en otro blog, hoy retocado no ha perdido su esencia.
Me siento
plenamente identificada con Rosa, desde que leí su texto he conseguido
denominarme a mi misma con adjetivos como multidimensional e
incluso transversal, me interesan muchas cosas dispares entre sí.
El mundo que nos
rodea es demasiado amplio, demasiado bonito como para centrarse sólo en un
tema, ¿no os parece?. El deseo nos mueve, el deseo hacia lo otro, conocer, viajar, descubrir, entender...
Soñemos, tengamos
ilusiones y proyectos, eso nos hará desear, desear seguir viviendo.
Aquí comparto el
texto:
La vida es demasiado corta para hacer todas las
cosas que a uno se le ocurren y el tiempo pasa demasiado deprisa para poder
construir con una cierta consistencia las distintas imágenes que nos gustaría
atribuirnos y las biografías que quisiéramos protagonizar. Así, aún
queriéndolo, nos damos cuenta de que es difícil ser en una sola vida estudiante
en una universidad norteamericana, madre de varios hijos joven y feliz en la
ciudad en que nacimos, antropóloga en activo que viaja por el mundo y mujer que
trabaja y vive sola en una ciudad centroeuropea, por no citar más que las
situaciones que se refieren al lugar de residencia.
Para contrarrestar un poco tanta dificultad, las
personas que así sentimos tenemos tendencia a coger al vuelo las oportunidades
o sugerencias que nos permitan variar el camino que tenemos delante. Quizás
nuestros objetivos no son tan sólidos como los llamados “vocacionales”, pero en
cambio sí son más numerosos. Nos gusta trabajar en cosas dispares y
aprovechamos cualquier ocasión para conocer por dentro otros ambientes y otros
mundos profesionales. En general, ésta es una faceta poco prestigiosa y aún
menos propicia a la promoción y al ascenso en el mundo unidimensional en el que
nos movemos, y las opiniones más extendidas nos tachan de poco constantes
porque tenemos varias cosas entre manos al mismo tiempo, de indisciplinados
porque adquirimos pronto la facultad de no someternos a un reglamento único, y
de poco profundos porque nos entregamos en cuerpo y alma a más de un trabajo,
lugar de residencia, religión, ideología o persona a la vez.
Es muy posible que no hagamos carrera, porque
nuestra ambición es de otro orden, pero en contrapartida somos personas en
general disponibles, abiertas al imprevisto y que con los años desarrollamos
una serie de recursos que mitigan o borran los miedos a la incertidumbre, al
fracaso y al vacío.
Curiosamente, a las personas así las oportunidades
no nos faltan, y no porque las busquemos o porque tengamos más suerte que
otros, sino porque estamos alerta y la imaginación se nos pone en marcha a la
vista de un anuncio que pide técnicos en Uganda, maestros en Brasil o granjeros
en Australia, y aunque la mayoría de las veces nos es imposible acudir, otras
en cambio encontramos el modo de dejar nuestro quehacer habitual en buenas
manos el tiempo suficiente. Y, porque estamos convencidos de que únicamente la
capacidad de cambio permite subsistir, sin más nos vamos.
Yo llegué a Ginebra porque…
Rosa Regás. 1987



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