Violencia de género. Microviolencias.
Informe
sobre la violencia de género.
Microviolencias
y sus efectos
Abstract
El
siguiente artículo presenta una reflexión actual sobre la violencia
de genero ejercida mayoritariamente contra las mujeres a manos de sus
parejas o exparejas. Así como una reflexión sobre los tipos de
machismos actuales que han pasado de ser un machismo imperante y
socialmente autorizado hacia unas formas más sutiles y domésticas.
Desgranaremos
la asociaciones de masculinidad y violencia aprendida desde el
nacimiento en la sociedad actual, quien ensalza unas cualidades
frente a otras supuestamente femeninas.
Por
ultimo evaluaremos las medidas para prevenir la violencia de género
y su repercusión.
Palabras
clave:
Violencia,
agresión, sexo, género, legislación, machismo
La
violencia de género
Introducción
A
lo largo del S. XX principalmente se ha producido un cambio en el
entendimiento social de que es la familia y cuales son sus funciones
y tipologías. En todo este proceso de cambio, el papel de la mujer
ha cambiado sustancialmente, pasando de ser la parte pasiva y
dependiente de la familia, a ser un miembro que trabaja, exige
derechos e igualdad de trato. Estos cambios han desestabilizado
ciertas estructuras sociales que se encuentran actualmente en un
proceso de profundo cambio.
Parecería
lógico pensar que con la mayor igualdad en el seno familiar,
independencia económica, mayor nivel cultural de ambos miembros...
la violencia de genero iba a disminuir. No ha sido así. De hecho en
los países nórdicos se producen altos indicadores de violencia de
género pese a la amplia igualdad de genero en la que viven (Osborne,
2009: pág.89).
El
sociólogo Manuel Castells (Castells, 1998: Pags. 160-161) ha
asociado el fin del patriarcado con una intensificación del problema
de la violencia de genero, dada la pérdida de poder masculino y la
no aceptación del mismo. De esta manera se plantea la hipótesis de
que a menos subordinación de la mujer al hombre, mayor violencia.
La
violencia en la familia. La violencia contra las mujeres.
La
familia constituye idealmente un refugio seguro que nos protege
contra los peligros del mundo exterior. Cuando de ese mundo,
supuestamente en el que podemos relajarnos y ser nosotros mismos
aparece la violencia con las consecuencias son terribles. Esa
violencia es habitualmente ejercida contra niños o mujeres. En este
caso nos ocupamos de la violencia ejercida a una mujer ya sea en
forma de abusos emocionales, físicos o sexuales.
La
violencia dentro del seno familiar no es algo nuevo, sin embargo
desde los años setenta comienza a ser algo visible, algo que se
puede denunciar y deja de estar bien visto por el conjunto de la
sociedad.
El
patriarcado en que vivimos desde hace siglos ha hecho posible esa
violencia y la ha perpetrada generación tras generación, ya que el
poder y el valor del hombre ha prevalecido al de la mujer. Desde la
entrada de la mujer al mundo laboral “remunerado” muchas mujeres,
si su economía y mentalidad, se lo permitía han preferido acceder
al divorcio pero siguen existiendo muchas relaciones tóxicas en las
que la violencia es habitual.
Masculinidades
y violencia
Un
niño o una niña vienen al mundo con un sexo determinado pero el rol
que adquirirán lo aprenderán con el tiempo. Dentro del rol que les
toque asumir aprenderán una serie de valores, actitudes, cosas que
pueden hacer y otras que no, cosas que realzan su feminidad o
masculinidad... dentro de este aprendizaje, está también la
violencia.
El
aprendizaje se hace desde casa, escuela, juegos, lenguaje,medios de
comunicación... todos ellos ensalzan y valoran la posibilidad de
utilizar la violencia entre personas.
En
particular si nos fijamos ahora exclusivamente en los varones, son
expuestos desde pequeños a comentarios del tipo “llorar es de
niñas” “pegale como un hombre” “si no le pegas es que eres
un maricón”, se relaciona continuamente el valor como hombre en la
actitud violenta, es necesario para ser “un hombre de verdad”. Un
“hombre de verdad” no dialoga, expresa sus emociones y da su
opinión. Mientras que las niñas suelen ser enseñadas a ser más
dulces, más emocionales y pueden expresar más sus emociones. Esas
emociones de rabia o miedo que ellos callan y desembocas en emociones
sin control que acaban en violencia. Entendemos finalmente que esa
violencia es parte de la identidad masculina y les reafirma en el
poder.
Así
el hombre no aprende a compartir emociones, aprende a pelearse por el
poder y aprende que sólo será hombre bajo la dominación de una
mujer; héroes masculinos de televisión y películas refuerzan
continuamente esta imagen del héroe que se pega a brazo partido
mientras la heroína la cura y consuela al llegar a casa.
Una
de las raíces principales de la violencia de género es el sistema
patriarcal, como avanzábamos antes, el varón ha ejercido desde hace
siglo una papel más importante y más valorado dentro y fuera de la
casa, este es el origen de la desigualdad, y toda desigualdad provoca
un tipo de violencia.
Este
sistema patriarcal ha mantenido una división del trabajo doméstico
(incluso ahora que la mayoría de las mujeres trabajan fuera de casa,
sigue haciendo más labores domésticas que ellos), la desigualdad
provoca abusos dentro la familia.
En
este modelo los valores masculinos han cambiado poco con el paso del
tiempo y de hecho las chicas han imitado ese modelo violento y
dominante como intenta de igualarse a los varones utilizando sus
mismos valores.
Por
lo tanto sería necesario un gran trabajo en el cambio de valores
desde la educación, es necesario que la violencia pierda importancia
como valor social y deje de ser asumido por hombres y mujeres en su
lucha por el poder.
Existen
muchas formas de violencia que desarrollaremos en el siguiente
apartado. Muchas de ellas son violencia casi invisibles, en cosas
pequeñas de la vida cotidiana, gestos, lenguaje o costumbres ayudan
a mantener la estructura de dominación y como consecuencia la
violencia. La mayoría son perpetradas por varones que no intentan
corregirlas por que en el fondo están cómodos con unas relaciones
no igualitarias donde no recae en ellos tanto peso como en ellas.
Además de tareas domésticas, podemos hablar de la limitación del
espacio personal a la mujer, falta de tiempo libre, menosprecios,
invasión de la libertad sexual... muchos gestos se camuflan y si no
se está en preaviso son difíciles de detectar, pasan
desapercibidos.
Microviolencias
en la relación de pareja: los micromachismos
En
el artículo de Luis Boninos (2008) se habla de un nuevo concepto
para definir los actos de machismo cotidiano por parejas basadas
supuestamente en las relaciones de igualdad incluso por hombres que
se conceptúan así mismo como progresistas e igualitarios, son los
micromachismos.
Los
hombre siguen utilizando a día de hoy distintas estrategias, muchas
de las cuales pasan desapercibidas para mantenerse "por
arriba" de las mujeres y sólo teniendo cierta información y un
punto de vista crítico seremos capaces de detectarlas.
Quizás
el primer planteamiento sería la necesidad de sacar estas actitudes
a la luz, de airear la verdad ya que sólo haciendo visibles estos
comportamientos seremos conscientes de ellos y podremos cambiarlos.
El ocultamiento es parte de la estrategia, así nada cambia
generación tras generación y los varones siguen ejerciendo su poder
en las esferas más importantes de la sociedad, de forma que queden
por encima en lo importante. Muchos comportamientos son parte de esta
dominación, y desde pequeños son educados para vivir con esos
privilegios que da el ser un varón. Pensemos en los ritos de paso o
en la exclusión de la mujer a la educación en muchas zonas de
planeta.
En
nuestra sociedad occidental, como decíamos antes, el machismo puro
está en decadencia, sin embargo muchas otras formas de machismo
siguen muy vigentes en nuestro día a día. Conocer estas actitudes
cotidianas, entrar en contacto con ellas ayuda a los varones que
estén interesados en cambiarse darse cuenta de ellas, y a las
mujeres las ayudará también a tomar conciencia, no quedar tan
sometidas a esas cotidianidades machistas y sus propias decisiones.
En
toda relación humana y especialmente en la de pareja, una persona
ejerce poder sobre otra. Este poder históricamente ha sido ejercido
del hombre a la mujer, imponiendo creencias, opiniones, limitando el
espacio y la capacidad de actuación. Los hombres tenían el poder de
hacer y transformar y las mujeres de cuidar y atender a los demás.
Los ámbitos estaban completamente separados hasta hace poco.
Luis
Bonino define a los micromachismos como:
“Pequeños”
y cotidianos ejercicios del poder de dominio, comportamientos
“suaves” o de “bajísima intensidad” con las mujeres. Formas
y modos, larvados y negados, de abuso e imposición de las propias
“razones”, en la vida cotidiana, que permiten hacer lo que se
quiere e impiden que ellas puedan hacerlo de igual modo. Son hábiles
artes, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi
invisibles que los varones ejecutan permanentemente quizás no
tanto
para sojuzgar sino para oponerse al cambio femenino.
Estos
comportamientos manipulativos conforman un amplio repertorio de
comportamientos masculinos hacia las mujeres considerados normales.
Su fin último es conservar las ventajas, comodidades y libertades de
los varones basándose en la creencia de que los varones deben tener
más valores que las mujeres. Así el modelo patriarcal ha educado de
una generación a otra. Así el varón está educado a anteponer sus
intereses y placeres por encima de las mujeres o a su costa.
Se
clasifican de la siguiente forma:
- Micromachismos utilitarios, relacionados con las responsabilidades domésticas. Son quizás los más naturalizados.
Lleva
a no responsabilizarse por parte del varón de lo domestico, no
implicarse en las tareas, hacer que no se enteran o camuflarse en la
falta de habilidad para que lo haga la mujer.
Se
abusa además de la capacidad femenina de servicio, de atender a
otros miembros de la familia cuando están enfermos,, hijos... Entra
aquí también los roles de secretaria de la familia, gestora,
psicóloga, … Así se delega en la mujer muchos trabajos
relacionados con cuidar las relaciones con amigos, bienestar
emocional de los hijos incluso de la propia pareja o familia.
Las
consecuencias llevan a una tremenda carga de trabajo a la mujer, un
peor nivel de vida, menos tiempo de ocio respecto al hombre y falta
de cuidado a ellas mismas.
- Micromachismos encubiertos, se trata de imponer las razones propias de forma encubierta.
Existen
varios ejemplos dentro de ellos, tenemos la creación por parte del
varón de falta de intimidad, de forma que son ellos los que
controlan cuando estar disponible, el nivel de intimidad, en que
tarea domestica colabora, en cual no, cuando habla o permanece en un
incomodo silencio.
En
muchas ocasiones ocurre no haciendo caso a la mujer o diciéndose que
no se le ha hecho caso por falta de entendimiento.
En
otras ocasiones se utiliza una estrategia de culpar a la mujer de lo
que le pasa incluida su propia irritación que no es capaz de
expresar o auto justificarse continuamente sin asumir su
responsabilidad.
- Micromachismos de crisis aparecen en los periodos de crisis en la pareja debido a una mayor igualdad o falta de sensación de control o poder por falta del varón.
Dentro
de esta tipologia encontramos la actitud pasiva ante mujeres que
demandan más autonomía.
Cuando
la mujer ya no se deja manipular más, aparece el “el darse un
tiempo”.
- Micromachismos coercitivos, intentan retener su poder mediante la fuerza psicológica, moral, económica o de la propia responsabilidad para doblegar a la mujer y limitar su capacidad de pensamiento, quitarle tiempo o restringir su autonomía.
Ejemplos
de esto es el uso del espacio por parte de los varones (ropa por
todas partes de la casa, manejo del mando a distancia...) y esto
mismo ocurre con el tiempo que el toma a costa de ella para sus
aficiones o descanso.
Ahora
es importante pensar en las consecuencias que tienen estos
comportamientos repetitivos y continuos. Se crea un clima agobiante,
en que la mujer poco a poco y en distintos grados pierde autonomía
personal y sufre daños psicológicos muchas veces sin ser consciente
de ellos. Además permiten, de forma sutil, perpetuar el machismo del
patriarcado, siendo difíciles por su sutileza de ser reconocidos a
simple vista.
Las consecuencias directas sobre la mujer son las siguientes:
- Sobre-esfuerzo psicológico y físico
- Inhibición del poder personal
- Inhibición o bloqueo de la lucidez mental
- Deterioro de la autoestima y autocredibilidad
- Malestar, hartazón generalizado
En
cuanto a la relación de pareja, genera las consecuencias siguientes:
- Favorecen relaciones no igualitarias, antidemocráticas
- Llevan la relación hacia los intereses de los varones
- Se etiqueta a la mujer como la responsable de la crisis de pareja o de su deterioro
- Genera una convivencia sin dialogo ni colaboración.
Una
vez identificados todos estos comportamientos deberían servirnos
como camino hacia el cambio social. Al poner en evidencia no sólo
los comportamientos en sí mismos si no también los daños que
producen, se pretende sensibilizar a las mujeres de los mismos y su
vez producir un aumento de la responsabilidad por parte del los
varones en cuanto a la consciencia de las pésimas consecuencias de
estos actos.
Medidas
contra la violencia de género.
Hemos
hablado en la mayor parte de nuestro informe de un tipo de violencia
psicológica de suma importancia para el bienestar psíquico de la
mujer pero no hemos entrado a hablar de la violencia física o
psicológica más grave sobre ellas.
Desde
los años 70 cuando comenzaron a sacarse a la luz las situaciones en
las que muchas mujeres vivían y las vidas que se perdían, el Estado
ha intentado con mayor o peor suerte frenarlas a través de distintas
vías asistenciales.
Los
Mecanismos educativos y asistenciales que se ha puesto en marcha para
contrarrestar el asentamiento de la violencia han ido desde la mayor
implicación y entendimiento por parte de las autoridades hasta la
insistencia en la educación sobre este gran problema. Los medios de
comunicación han servido también para darle visibilidad a estas
situaciones provocando también un aumento de las denuncias, las
cuales representan aún hoy un pequeño porcentaje del problema.
Unos
de los principales problemas de como se ataja legalmente la violencia
de género es que perpetua esa situación de mujer-agredida y
hombre-agresor, ya que el Estado asume el papel de protector pero no
desarrolla medidas para romper ese binomio y cambiar el role de la
mujer en la sociedad.
En
lo que se refiere al binomio agresor/víctima. [...] Se atribuye el
monopolio de la violencia a una de las dos partes, al hombre,
condensándose la pasividad en la mujer. La respuesta es armar un
brazo vengador, que castigue al agresor y defienda a la víctima, no
se trata de sacar a la mujer de su posición, ni de contener al
hombre, se trata, sobre todo, de vengarse. Los hombres defienden a
las mujeres de los hombres, en todo caso continúan dependiendo de
los hombres, y cuanto más agredidas, más los necesitamos para que
nos defiendan. (Izquierdo, 1998b: 65-66)
Conclusiones
“Si
eres un hombre demuéstralo y no llores, dale, defiéndete, que
mariconazo” ... éstas y otras muchas perlas forman parte del
vocabulario habitual en la educación de las nuevas generaciones y
están bien enraizadas en los que ya tienen algunos años. La
masculinidad y la violencia han ido de la mano desde hace mucho
tiempo. Esa anulación del lado emocional masculino, del lado
consensuador, dialogante y proclive a ayudar a los demás ha sido
utilizado como parte de la identidad masculina. Dicha anulación de
ese lado más emocional genera en algunos varones muchas tensiones,
las cuales en ocasiones puedan acabar en violencia, normalmente
ejercida sobre mujeres o niños.
Los
textos a los que hemos tenido acceso y el video nos muestran como la
sociedad patriarcal en la que vivimos, colabora en el mantenimientos
de actos y pensamientos dispuestos a que los varones mantengan su
estatus de poder, su lucha por aparentar que es un hombre de verdad
frente a una mujer, en la confrontación y muestra de poder. La
identidad del varón sigue ligada a esos ritos de paso donde antaño
servían para demostrar que ya se era un hombre, hoy en día pocos
massais matan en Europa leones como muestra de su virilidad pero
muchos hombres acaparan el mando de la televisión como un
privilegio, o la información de las cuentas corrientes. No contamos
con datos suficientes para generalizar el fenómeno en una sociedad
muy cambiante y variada como la actual, necesitaríamos profundizar
más nuestras investigaciones en diversas capas sociales para que las
conclusiones pudieran ser más generalizables.
En
el año 2012, en España, 61 mujeres perdieron su vida en manos de
compañeros o ex-compañeros, parejas que no aceptaron un divorcio,
que no aceptaron la exigencia de esa mujer de igualdad de trato,
igualdad de oportunidades, mujeres que en ocasiones dejaron de
doblegarse y acabaron muertas. Muchos hombres no son capaces de
aceptar ese cambio de actitud, se observa incluso como en países
nórdicos donde existe un gran estado del bienestar, las muertes por
violencia de género no han dejado de existir y se mantienen
estables. Pareciera que la falta de subordinación va relacionada con
un cierto aumento o permanencia de estas muertes violentas.
Desde
los años 70 se viene luchando desde las distintas instituciones por
distintas vías para su erradicación, concienciación y mayor
visibilidad. Se ha conseguido que muchas mujeres denuncien (aunque
siguen siendo una minoría), se ha logrado también un amplio rechazo
social mayoritario a esas actitudes tan violentas antes defendidas
incluso por instituciones tan poderosas como la Iglesia Católica en
España. En esta lucha mujeres y hombres han compartido el objetivo
común de la no-violencia, han luchado juntos; sin embargo hay otra
violencia que sigue muy presente entre los varones, incluso entre
algunos cultivados, progresistas y democráticos. Hablamos de esa
violencia invisible, de esos micromachismos que forman parte del
repertorio comportamental de muchos varones.
Los
varones siguen siendo cómplices de estos micromachismos, dado que no
quieren perder ese estatus, mejor posición y más cómoda en muchos
ámbitos de la vida. Pero esto sigue constituyendo una forma de
violencia, una perpetuación de la desigualdad social, económica, de
oportunidades y de acción para muchas mujeres, que no encuentran un
compañero real en sus relaciones lo que impide que las cargas
familiares sean al 50%.
Hay
dominaciones tan sutiles que sólo estando preparado uno es capaz de
detectarlas. Secretaria, psicóloga, mujer de la limpieza, madre, la
que mantiene y conserva las relaciones sociales con amigos y familia,
la que encuentra las cosas en casa, la que cede su individualidad por
el grupo familiar, la que no tiene tiempo libre por que todo su
tiempo es ocupado por tareas domesticas o familiares... y la que
además trabaja fuera de casa. Todos nosotros nos sentimos
representados en alguna de estas actitudes y en mayor o menor nivel;
si es así y eres un varón, está muy bien que lo hayas detectado
pues ahora puedes trabajar para acabar con ellos, y si eres una
mujer, también estarás mucho más despierta a solicitar a tu pareja
que acabe con estas actitudes y serás capaz de someterte menos a
ellas de forma a veces inconsciente.
Es
necesario una implicación de los varones en este cambio, es
necesaria una introspección para ser consciente de los abusos
diariamente cometidos, de los roles que aceptamos sin cuestionar y
del perjuicio que esto supone. Sólo desde esta implicación y puesta
en duda, desde ambos géneros será posible luchar contra ellos e
intentar que las próximas generaciones los pierdan, ya que a día de
hoy, los adolescentes siguen repitiendo estos valores patriarcales e
inclusive aceptando y normalizando la violencia como forma de
expresión en una pareja.
Las
instituciones no deben limitar sus actuaciones a facilitar las vías
de denuncia y atención a mujeres maltratadas (que también son
necesarias) si no en reeducación y cambio social que posibilite
evitar las relaciones de poder interpersonales entre hombres y
mujeres. Hoy sigue siendo necesario un hombre para que defienda a las
mujeres incluso en casos de violencia de género, ya sea un juez o un
policía, un padre o un hermano de la victima. Es necesario un cambio
social profundo además de una adecuada política de intervención
para llegar a la igualdad real entre hombres y mujeres, mujeres y
hombres.
Creo
que esta sería una linea de investigación a continuar para
encontrar formas de luchar contra la violencia de género sin
perpetuar la dependencia de la mujer al varón y a su vez luchando
contra esa identidad masculina-violenta en las próximas
generaciones.
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sexo y género, y entre violencia y agresión. (pp. 187-204) desde
http://cdd.emakumeak.org/ficheros/0000/0558/90327-115742-1-PB.pdf.
Izquiero,
María Jesús (1998a). El malestar en la desigualdad. Madrid:
Ediciones Cátedra
J.M.
Monferrer Tomás (2012) Sociologia. Madrid: CEF
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