Familias monoparentales por elección
No
me gusta hablar de madres solteras por elección únicamente, aunque
son mayoritarias por que también existen hombres con hijos a cargo
que han elegido esa forma de familia libremente.
Por
lo tanto, podriamos decir que se trata de una familia formada
intencionalmente por un único adulto responsable del cuidado de uno
o varios hijos. Los motivos del aumento de este tipo de familias
(Beck-Gernsheim, 2003) son los procesos de individualización, acceso
de la mujer al trabajo remunerado, legitimación social de las
rupturas, avances médicos en reproducción asistida, entre un largo
etcétera que os animo a completar en la sección de comentarios.
Hertz (2002) habla de las madres solteras por elección como un fruto de la incapacidad masculina actual para hacerse cargo (en la realidad y simbólicamente) de una familia y de asumir un compromiso a largo plazo. ¿Estaís de acuerdo?
Estas
mujeres pueden acceder a la maternidad desde diferentes
planteamientos que a su vez darán lugar a una casuística muy
diferente frente a sus hijos y necesitarán hacia ellos explicaciones
diferentes y referencias también diferentes.
Estos
embarazos se pueden lograr ya sea manteniendo relaciones sexuales con
fines reproductivos (el hombre puede conocer o no la intención del
embarazo), acudiendo a centros de reproducción asistida o mediante
la adopción nacional o internacional.
La
característica principal de esta situación es la “libre”
elección de la misma, un proyecto personal con un sentido. La
principal problemática es la ausencia de un padre real, estas
mujeres tendrán que elaborar una representación mental de la figura
paterna. Este punto también genera entre el colectivo una gran
controversia, y un cuestionamiento sobre si es una necesidad real o
no, argumentando que antes de la existencia de esta nueva figura
familiar muchos hijos se han criado sin padre por diversas razones y
no se cuestionaba su necesaria existencia.
Explica
Dice Nardiz Girón (2009) como desde la perspectiva psicoanalítica,
el punto crucial a la hora de que una mujer tenga un hijo no es la
ausencia o la presencia de un padre desde el punto de vista de la
realidad. Lo decisivo es si en el deseo inconsciente de la que ejerce
las funciones maternas existe un padre para ese hijo, o es una mujer
que aspira a tener el hijo ella sola, sin ninguna intervención del
hombre, sin ninguna intervención de la falta en ella, de su deseo y
de lo que tiene que recibir del otro.
Según
la posición de la madre, el resultado será completamente diferente.
La madre puede transmitir al hijo su autosuficiencia, su omnipotencia
narcisística, su deseo de no tener un hombre y colocar a su hijo
como único objeto de deseo. Pero la madre también podrá transmitir
al niño que no hay un padre por avatares de la vida pero no por que
no fuera su deseo que lo hubiera, una madre que no pretenda ocupar al
papel simbólico de un padre que en este caso puede ser ocupado por
otras figuras masculinas del entorno familiar.
Podríamos
preguntarnos si las madres solteras por elección, como ocurre en
algunas familias femeninas monoparentales no por propia elección,
son más proclives a tener una relación demasiado dependiente y
apegada con su único hijo, impidiendo en ocasiones a este salir del
hogar y formar una familia propia.
Este
emborronamiento de la figura paterna no es exclusiva de las familias
monoparentales femeninas, se da también en parejas heterosexuales
con hijos, donde la relación madre-bebé excluye completamente al
padre, quedándose éste sin función ninguna en esa diada.
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